Balmes 129 octubre 2002
Jorge Palom: "Trato de convertir cada actuación en una fiesta"
No es fácil conseguir que el tipo que agita Mediterráneo los fines
de semana, a partir de la 1:30 con su voz ronca y su guitarra dolorida, te descubra quien es. Pero hay días en los que le
pillas con la guardia baja y se suelta. Así es Jorge Palom: conferenciante, especialista en marketing, filósofo, poeta, gurú
de los frikis y cantante de pub. Todo un placer conocerlo.
- ¿Cuándo habla usted en serio?
- Cuando me confieso.
- Nunca hubiera dicho que frecuenta las
iglesias.
- No, no. Yo me confieso a mis amigos.
- ¿Tiene usted muchos amigos?
- Nunca los he contado.
- ¿Le molesta que le hable de usted?
- No, hombre, no... Es un poco violento esto... Je,je,je.
- Creo que te voy a tutear: ¿por qué nunca
se sabe cuándo hablas en serio?
- Bajo esta apariencia que tengo de persona frívola,
soy un tipo muy serio. Lo que pasa es que me gusta tomarme la vida con humor y quitarle hierro al asunto.
- Y eso es, precisamente, lo que das en el escenario.
En el escenario no soy yo. Actúo sacando sólo una parte
de mí que oculto en ciertos ambientes.
- ¿Sorprendería ver al Jorge Palom de esos
ambientes más serios que los de los pubs?
- Sí, sí. El Jorge Palom que se pone la corbata para
convertirse en conferenciante es otra persona.
- ¿Y a qué se dedica ese otro yo de Jorge Palom?
- Durante muchos años me he dedicado a ser consultor
de empresas, a dar cursos de formación para directivos y a escribir libros sobre el tema. Ahora lo hago mucho menos que antes.
- ¿Utilizas tus conocimientos de marketing
en el escenario?
- No conscientemente. Pero sí hay un paralelismo muy grande
entre el hecho de estar delante del público de los pubs y frente a la gente a la que doy conferencias. De hecho, después de
empezar a cantar, me he convertido en un conferenciante mucho más divertido.
- ¿Y qué pasó para que un conferenciante
se convirtiera en cantante de pub?
- A mí siempre me ha gustado la música. En los 8o, cuando
empezaba a salir por las noches, me gustaba ver a gente como Paco Martín o Faissal. Aprendí a tocar la guitarra a los 16
y en la mili me harté de tocarla. Me gustaba cantar, sobre todo, temas de Serrat...
-Y de Elvis...
- Sí, Elvis empezó a gustarme en la infancia.
A los 12 años tuve la oportundiad de verlo en directo, en Las Vegas, y me quedé impresionado. Después de eso, sólo
escuché sus canciones y las de Serrat.
¿Bajo qué circunstancias empezaste con esto?
- Bueno, pues fue un amigo, también un amigo de Mediterráneo,
quien me dio la oportunidad. Faissal, sí, el del Pipiolo, ese pub que está un poco más abajo. Pues a
Faissal, en verano del año 2000, le faltó un camarero y un cantante y me ofreció la posibilidad de hacer las dos
cosas. Por aquel entonces me acababa de separar de mi mujer y estaba mal. Quise cambiar un poco, dedicarme a pensar y a tener
tiempo libre.
- Un cambio radical en tu vida.
- Con 30 años ganaba muchísimo dinero, pero
sólo me dedicaba a trabajar y a estar con mi mujer. Era una vida vacía. Disfrutaba con lo que hacía, pero no tenía tiempo
para mí. Ahora tengo todo el día para mí... y para mis amigos.
- Eso se debe parecer a la felicidad.
- La felicidad es sólo un instante.
- Un instanje que sólo se puede alcanzar estando
bien con uno mismo, ¿no?
- Cierto. El otro día, Oleguer, ilustre cliente
de Mediterráneo, me explicó que se encontró a un amigo arquitecto que le dijo que las cosas no le iban bien en su profesión. La respuesta de Oleguer fue una pregunta: ¿y en la vida,
cómo te va? Y es que uno es algo más que un arquitecto, un cantante de pub o un periodista. Lo importante es ser lo que apetece
ser, ese otro yo que eres tú.
- Hoy haces, pues, realmente lo que te apetece.
- Por lo menos durante el rato que estoy cantando. Trato
de convertir cada pase en una fiesta.
- ¿A qué crees que se debe que, a pesar de
tus limitaciones con la guitarra y con la voz, tengas tanta aceptación?
- Creo que es porque me divierto cuando estoy actuando.
Ver a alguien disfrutando es un espectáculo en sí. Además, intento, a pesar de mis limitaciones, que los que me ven se vayan
más contentos, más llenos. Si compartes tu alegría, se multiplica. Si no, no crece. La gente me escucha más cuando no canto,
cuando leo poesías, hablo de mi pueblo, digo estupideces...
- Tienes más de filósofo y de poeta que de
músico.
- Mi mujer es la literatura y mi amante, la música.
Pero se llevan bien entre ambas, no son celosas.
¿Con qué estas comprometido?
- Mi primo Paco Martín dice que soy
un "nadista", algo que tiene que ver con el cinismo, un concepto relacionado con Diógenes Laercio, el griego. Vivía
en un barril y se masturbaba públicamente mientras decía que ojalá fuera tan fácil saciar el hambre fisica como el hambre
sexual .
¿Esa es la imagen que mejor te ilustra?
Si, mi filosofia es la de no esperar demasiado de la vida, disfrutar
de lo que tengoy de lo que hay a mi alrededor. Ni grandes viajes, ni grandes amores. Estoy comprometido con el hecho de que
la vida es un regalo, que no merecemos ni pedimos, y ante el que la única obligación que tenemos es tratar de ser felices.
No puedes hacer feliz a nadie si tú no eres feliz y, sobre todo, no debes esperar que nadie te haga feliz.
-¿Es
posible disfrutar siempre que actúas?
Estoy
en un punto en el que me aburro de repetirme, de ser el mismo personaje. Siempre me ha gustado sorprenderme a mí mismo, para
poder sorprender a los demás. Lo bonito de la vida, hoy, es que puedes ser mil cosas. Esto de cantar, para mí, es algo provisional,
que hago para sentirme bien. Como decía mi primo Heráclito: nada es permanente, excepto el cambio. Y, como dice mi
primo Sabina: cada noche me invento, cada día me emborracho, tan joven y tan viejo...
- No hay mejor frase para definirte.
En cierto sentido, sí. Me gusta reinventarme, que los
demás no puedan hacerse una idea de cómo soy.
- Pues esta entrevista pretende, precisamente, que los
que la lean se hagan una idea de como eres.
- Por eso me incomoda. Je, je.
- Los que te conocen valoran mucho tus
opiniones. Eres una especie de gurú de la calle Balmes.
Pues a mí me gusta ser un tipo solitario. De hecho,
cuando empecé a frecuentar el Mediterráneo, en el tiquet me ponían: el solitario... je, je, je. Además, no me gusta participar
en las tertulias que tienen lugar en algunos rincones del pub. No me apetece sentar cátedra en nada. No es que no me guste
la gente, es que me apetece mucho más estar solo.